En cada ciclo, es decir, en cada proceso de carga y descarga, las baterías sufren un lento deterioro y pérdida de rendimiento producida por la sulfatación, que es como se denomina comúnmente al proceso de cristalización del sulfato de plomo en las placas.

Este sulfato cristalizado, adherido a la superficie de las placas tras cada ciclo de carga, va aumentando y por ello provoca una disminución de los materiales (ácido sulfúrico y plomo) que reaccionan en los procesos electroquímicos necesarios para acumular y entregar energía.

Independientemente de que utilice baterías de plomo-ácido o níquel cadmio, debería plantearse la regeneración de las mismas.

Con la desulfatación, se obtienen fantásticos resultados en todo tipo de baterías, ya sean de tracción, semitracción, estacionarias, gelificadas, baterías de arranque, etc.